Tal vez a nuestra muerte el alma emigra:a una hormiga,a un árbol,a un tigre de Bengala;mientras nuestro cuerpo se disgregaentre gusanosy se filtra en la tierra sin memoria,para ascender luego por los tallos y las hojas,y convertirse en heliotropo o yuyo,y después en alimento del ganado,y así en sangre anónima y zoológica,en esqueleto,en excremento.Tal vez le toque un destino más horrendoen el cuerpo de un niñoque un día hará poemas o novelas,y que en sus oscuras angustias(sin saberlo)purgará sus antiguos pecadosde guerrero o criminal,o revivirá pavores,el temor de una gacela,la asquerosa fealdad de comadreja,su turbia condición de feto, cíclope o lagarto,su fama de prostituta o pitonisa,sus remotas soledades,sus olvidadas cobardías y traiciones.
Ernesto Sabato. Fragmento de "Sobre héores y tumbas"
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