
cuando éste viajó a la India, y de hecho Astreo era el conductor de su carro.
Se les ha representado en varias edades de su vida. Los menores son llamados satyrisci, y se les representa como graciosos jóvenes: el sátiro Anapauomenos («en descanso»), atribuido a Praxíteles, es el mejor ejemplo. Los sátiros mayores son llamados silenos, por Sileno, preceptor de Dioniso, y se les representa como de una gran fealdad. Aparecen a menudo con una copa o un tirso en la mano, en actitud de bailar con las ninfas, a las que a menudo persiguen.
Los sátiros son criaturas alegres y pícaras, aunque su carácter desenfadado y festivo puede volverse peligroso e incluso violento. Como criaturas dionisíacas son amantes del vino, las mujeres y los muchachos, y disfrutan de los placeres físicos. Bailan al son de las flautas (auloi), címbalos, castañuelas y gaitas. Tienen un baile especial llamado sikinnis. Debido a su gusto por el vino a menudo aparecen sosteniendo copas y aparecen en la decoración de vasijas y vinajeras.
En el arte griego arcaico, los sátiros aparecen como criaturas ancianas y feas, pero en un período posterior, especialmente en las obras de la escuela ática, su fealdad es suavizada con un aspecto más grácil y juvenil.
Esta transformación o humanización del sátiro aparece en el arte griego tardío. Otro ejemplo de este cambio se produce en las representaciones de Medusa y las amazonas, personajes tradicionalmente considerados como salvajes e incivilizados. La representación compasiva y humanizada del sátiro de Praxíteles, conocido como "Sátiro en reposo" es un claro ejemplo de esta evolución.
Aunque no son mencionados por Homero, en un fragmento de las obras de Hesíodo se dice que los sátiros son hermanos de las ninfas de las montañas y de Kuretes, fuertemente conectados con el culto de Dioniso y que son criaturas caprichosas e indignas. En el culto de Dioniso los seguidores masculinos son conocidos como sátiros y los femeninos como ménades o bacantes.
En la mitología cristiana la representación del sátiro fue asumida por el diablo, que aún actualmente suele representarse en la iconografía como una criatura con patas y cuernos de cabra.
FUENTE: WIKIPEDIA.
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